Estos últimos tiempos empiezan ya a enseñarnos cosas que cuando algunos nacimos (en los 70-80) pensábamos que representaban el futuro: coches voladores, robots a nuestro servicio, conspiraciones al estilo Hollywood de los 90 y Trump de presidente de los EE.UU. Poco a poco, vamos viendo cómo la evolución tecnológica marca hitos, unos más pequeños y otros más importantes, pero que en relativamente poco tiempo pasan a formar parte de nuestras vidas, dejando de ser consciente de ellos a una velocidad de vértigo.
Poco a poco, vamos viendo cómo la evolución tecnológica marca hitos, que en relativamente poco tiempo pasan a formar parte de nuestras vidas, dejando de ser consciente de ellos a una velocidad de vértigo.
Parece que avanzamos a pasos agigantados hacia el futuro, pero internet lleva con nosotros mucho tiempo. Escuchamos a mucha gente en nuestro sector diciendo eso de “el futuro es…”. Y una de las palabras que se usan mucho es el de plataformización. Vamos a hablar de un ejemplo externo: el sector del taxi. No seré yo quien se meta en un jardín, pero quiero destacar que, por encima de las posibles causas a nivel legislativo o de las consecuencias laborales o económicas, se produce algo que tiene un nombre también de uso común: disrupción (tecnológica). Una tecnología que hace posible remover los cimientos de un sector entero, tiene que suponer una revolución en cuanto al uso de los servicios que ofrece ese sector. Repito: no juzgo este conflicto, aunque cuando lleguemos al asunto central del artículo veremos una diferencia importante.

Resulta que en el sector inmobiliario tuvimos una disrupción muy temprana. Cuando nació la tecnología en cuestión, faltaban años para ver el primer iphone, pero la semilla estaba plantada. En el año 1999 nació el germen de Fotocasa, en su matriz Anuntis. A finales de 2000, se fundó Idealista. Fíate de los datos de la Wikipedia, porque en aquellos momentos yo estaba más preocupado de la selectividad que de buscar piso, pero hazte la idea que la disrupción del sector empezó hace la friolera de 20 años. Hace 20 años, las agencias a pie de calle tenían mucho poder en el mercado. O por decirlo como en realidad es, los compradores, que en la práctica son los que ponderan los precios de mercado, tenían poca información, lo que es igual a poco poder. Un comprador de hace 20 años tenía limitaciones logísticas para buscar, al ser la venta multicanal. Pero no lo que llamamos ahora multicanal. Una casa podía venderse exclusivamente con un cartel en el balcón, o con un aviso al portero del edificio, o con un anuncio en la prensa, o yendo a la agencia más cercana, o una combinación de varios de estos u otros métodos. Si querías comprar, tocaba andar, y los agentes locales tenían el poder (insisto, un poder auspiciado por la poca información del comprador). Ahora, en 20 minutos, un comprador ya sabe todo lo que hay en venta en la zona que busca y de acuerdo a sus necesidades. Y si no lo encuentra, el portal en cuestión le avisará cuando entre en el mercado. ¿Es una disrupción o no? Además, como comentaba antes, hay una diferencia con el caso de los taxis: la disrupción del mercado inmobiliario se produce en un sector poco o nada regulado, por lo que no hay conflicto posible. Toca adaptarse desde el minuto cero.
Ahora, en 20 minutos, un comprador ya sabe todo lo que hay en venta en la zona que busca y de acuerdo a sus necesidades. Y si no lo encuentra, el portal en cuestión le avisará cuando entre en el mercado. ¿Es una disrupción o no?
Hace años que esperamos una segunda disrupción en el sector inmobiliario. Resulta que una agencia inmobiliaria hace en realidad dos ventas. Primero vende sus servicios al vendedor, luego vende el inmueble al comprador. Es un resumen a la mínima expresión, pero al fin y al cabo es literal. La irrupción de los portales inmobiliarios afectó a la “segunda venta”, pero todos esperamos que haya otra disrupción que afecte a la primera, a la venta de nuestros servicios. En realidad, esta segunda disrupción empezó a producirse muy poco a poco, cuando internet era un medio, por lo menos, igual de eficaz que las páginas amarillas o andar por la calle para buscar un profesional. Pero ahora, tras años (yo digo que más de 10) de existencia de muchas empresas inmobiliarias que no tienen oficina a pie de calle, llegan las «inmobiliarias online». Os hago un pequeño spoiler: esa no es la disrupción. El día que para vender y comprar haya una plataforma como AirBnB, o el día que Idealista se vuelque en el P2P (de particular a particular), no solo poniendo a la gente en contacto, sino dando servicio de forma completa y automática para llevar a cabo las transacciones, veremos la segunda disrupción de verdad. Pero una agencia sin oficina en la calle, ya es una agencia online, y hay muchas. Y una agencia con precios muy bajos, y servicios estandarizados, de poco valor añadido y a granel, cuadra más con la definición de low cost. Ojo, para nada critico el modelo, porque quizás es la dirección que ha de tomar el sector por ese lado para llegar a esa segunda revolución. Pero tenemos muchas ganas de llamar start-up a todo.
En realidad, a nosotros nos importa más la otra cara de la moneda. Llegaremos a esa segunda disrupción, y caerán muchas agencias, pero seguirá habiendo (muchos) clientes que querrán un servicio cercano, que buscarán algo más hecho a medida, y que no querrán tratar con empresas gigantes, y ese es justo el hueco que va a llenar, desde ya mismo, Atelier Jōm.
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