- Advertencia: esto no es el típico tutorial lleno de consejos para trabajar desde casa. Igual ya hay suficientes
- Te contamos por qué hemos decidido trabajar desde casa
- Posiblemente trabajar desde casa sea la mejor manera de entrar en el siglo XXI, que ya iría tocando
Evita distracciones, créate un horario, cámbiate de ropa, amordaza y seda a tus hijos. Hasta ahí nuestros consejos para teletrabajar. No, en serio, yo quería dar un consejo de verdad. Por favor, la palabra teletrabajo es horrible. Destiérrala, RAE. No esperes un argumento formal, es que me resulta estéticamente fea. Por lo que sea, el prefijo tele-, que significa lejos, evoca en mi mente algo que se hace hacia la casa, y no desde la casa, ¿o acaso le envías tu pizzas a Telepizza? Si eres lingüista y se te ocurren ejemplos para dejarme mal, tranquilo, este blog es de un estudio de arquitectura y quien escribe tampoco es que tenga muchas luces.
Espero que en la introducción, además del exceso de chascarrillos, hayas detectado ya que no queremos enseñarte a trabajar desde casa, y que no me gusta la palabra teletrabajo. Lo segundo es algo personal que no tiene más recorrido, pero sobre lo primero sí que cabe un consejo: no se trata de aprender primero a trabajar en casa, se trata primero de saber por qué es mejor trabajar en casa. Comparas las ventajas de una cosa y la otra, y si gana trabajar en casa, luego es fácil vencer los inconvenientes o simplemente aprender a convivir con ellos. Además, en estos momentos, trabajar en casa tiene una ventaja importante: no morir. Este post es, pues, un alegato a favor del trabajo en casa. Y por ello, voy a enumerar unas cuantos puntos importantes.
Es una forma de entrar en el siglo XXI
Porque mucho coche eléctrico, mucho Alexa, muchas cosas smart, pero lo de calentar la silla de la oficina es absurdo. En los 80 nos imaginábamos sistemas informáticos que nos permitían hacer cosas increíbles. Pues se ha demostrado que nos quedábamos cortos, que tenemos máquinas que dejan en nada las expectativas de Blade Runner, quizá con la salvedad de los coches voladores y los androides casi humanos (aunque yo soy de los que sostiene que Mark Zuckerberg es un replicante). Uno de los superpoderes que tiene la tecnología actual es poder hacer de TODO. Y sin embargo preferimos ir a la oficina a perder el tiempo.
Nos podemos ahorrar muchas cosas prescindibles
No nos gusta nada el presencialismo. Es posible que en el caso de nuestro estudio no incurramos en el paradigma de «calentar la silla», por el tipo de equipo que somos, pero sí que incurrimos en otro problema derivado, que son las reuniones. No se trata de abolir totalmente las reuniones y el trabajo en equipo presencial puntual, pero lo de la reunión semanal (o diaria, hay mucho flipao) también es decimonónico y superfluo. En nuestro caso, tenemos pruebas fehacientes de que una hora de conversación telefónica es el doble de productiva o más que la misma conversación convertida en reunión presencial, porque las distracciones se multiplican. Así que hago un llamamiento a los jefes ególatras: dejaos de mierdas, vuestro ego igual sufre, pero vuestro bolsillo lo acabará agradeciendo.
Podemos ser más productivos
Vale que no es algo fácil, pero puedes tener la oportunidad de trabajar de otra manera, que al final redunda en beneficio tuyo. Nos referimos a trabajar por objetivos y no por tiempos, que tiene la desventaja de que no estamos muy acostumbrados a medir de esta manera, pero la grandísima ventaja de ser mucho más motivador y eficiente. Así que, cuando te digan que tienes que tener un horario, bueno, vale, pero piensa antes en marcarte metas.
También es mejor para las empresas
Es la otra cara de la moneda del punto anterior. Las empresas son muy buenas midiendo el tiempo que estás trabajando, pero -afortunadamente- es bastante inútil. Llega a las 8 a la oficina y vete a las 17. Tócate lo que más te guste entre esos dos momentos. Vuelve al día siguiente y sé realmente productivo durante solo una hora. Si yo fuera tu jefe, entre estas dos opciones (extremas, pero es un ejemplo) me quedo la segunda, claro. Eso me dice que hay que empezar a medir el trabajo por los resultados y no por el tiempo. El problema es que, de nuevo, hay que cambiar de paradigma y no es fácil. La solución es empezar desde ya a tomar referencias para analizar el rendimiento. Además, esto va a permitir a ciertas empresas contratar talento de, literalmente, todo el mundo.
Es más sostenible
Esto es más que evidente: si evitamos desplazamientos, ahorramos emisiones, dinero y tiempo, que también es dinero. Dejamos de saturar las ciudades, podemos ahorrar en oficinas y en la energía que consumen. Hace unos días hablábamos de urbanismo, y te explicábamos que el modelo ideal de ciudad tiende más a la alta densidad, pero el trabajo desde casa puede ayudar a optimizar las zonas urbanas de más extensión. En un futuro ideal, podríamos hasta dar vida a las ciudades dormitorio, ya que mucha gente que cada día se desplazaba al centro de las grandes ciudades podría quedarse en el pueblo o ciudad que habita, lo cual hasta puede ser bueno para la economía local.
Es más saludable
Más tiempo para dormir, menos estrés por los desplazamientos, posibilidad de comer en casa, más flexibilidad para sacar tiempo para hacer ejercicio. Poco más se puede añadir.
La conciliación
Una de las mayores desventajas de trabajar en casa aparece cuando hay niños. Pero claro, estamos pensando en la situación actual, en la que los niños no se pueden mover de casa. Luego, esperemos que pronto, podrán ir al colegio, y tú podrás organizar tu tiempo para trabajar cuando no estén, y ser madre/padre cuando lleguen. Es una muy buena noticia, de eso no hay duda.
La relación con los clientes no tiene por qué sufrir (al revés)
Por ponernos en contexto, voy a poner el ejemplo del sector inmobiliario. Hace unos diez años, las inmobiliarias que estaban a pie de calle fomentaban la desconfianza hacia las que no lo estaban (las que hoy llamaríamos online). ¿A quién se le ocurriría decir semejante chorrada hoy en día?¿Acaso dejas de comprar en Amazon porque no está a pie de calle? Precisamente compras en Amazon porque no está a pie de calle, y ahora con mayor motivo. Donde quiero llegar es que hay mucha más exposición en internet que en un escaparate en la calle, tanto si lo haces bien como si lo haces mal. Después de esto, los clientes pueden sacar ventaja. Y ahora nos vamos a poner a nosotros mismos como ejemplo. A principios de marzo, y empujados un poco por lo que se avecinaba, tomamos la decisión de trabajar desde casa siempre y no tener una oficina física. Cuando la pandemia pase, tendremos un acuerdo con varios espacios (lo anunciaremos en su momento), donde los clientes podrán solicitar y tener una reunión con nosotros de la forma que mejor se adapte. También podremos tener vídeo-reuniones, que ya hemos visto que no es una solución nada mala. Se acabó el «¿quieres hablar? Ven a la oficina». Por lo tanto, hemos conseguido todas las ventajas anteriores, y además vamos a poner las cosas un poco más fáciles a nuestros clientes.
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