El caso de la urbanización de la Devesa del Saler es la historia de las primeras movilizaciones ciudadanas en Valencia en época de dictadura (junto a las más que conocidas consignas de «El riu ès nostre i el volem verd» contra el plan que pretendía convertir en una autopista el cauce del río Túria a su paso por la ciudad), y la crónica de algo que podía haber sido, y por fortuna acabó siendo mucho menos de lo que se había planeado. Para entender la historia de la urbanización del Parque Natural de la Albufera, al sur de Valencia, primero será necesario rebobinar unos cuantos siglos atrás. En concreto, hasta el reinado de Jaume I (1213-1276), donde éste concedía un privilegio real a los habitantes de la zona de la Devesa del Saler (muy rica en sal), en el que se estipulaba que la explotación y los ingresos obtenidos de la zona se destinarían al monarca y su familia. No obstante, con este privilegio, la Devesa quedaba muy protegida y «más o menos» se decía que las decisiones de construcción y ampliación de pequeños núcleos quedaba a cargo de los pocos pobladores que residían allí. Algo así como que, lo que pasaba en la Devesa del Saler, lo decidían los propios habitantes del Saler.
Para que te hagas una idea de la cantidad de vecinos que ha tenido este pequeño núcleo urbano dependiente de Valencia, hace menos de 150 años, allá por 1871, la pedanía de El Saler contaba tan solo con 70 habitantes. Más o menos, como una comunidad de vecinos de cualquier edificio mediano de hoy en día, ¡imagínate! Hasta los años 60 del siglo XX, la población de El Saler siguió creciendo poco a poco, hasta el día de hoy. Pero, ¿qué pasó en la década del 1960 al 1970 para que todo cambiase en este sitio, hoy con protección de Parque Natural?
Coincidiendo con el nacimiento del turismo como gran motor económico de la Comunidad Valenciana, en 1962 el Ayuntamiento de Valencia presentaba un plan de urbanización masivo de la Devesa de El Saler, donde estaban planificadas grandes torres, centros docentes y deportivos, un aeropuerto y varios hoteles de lujo que hubieran acabado con todo el ecosistema de la Albufera. Incluso, existió una propuesta proyectada por Fernando Moreno Barberá del complejo que hoy en día podemos encontrar en Cheste, pero que el arquitecto rechazó continuar debido a varios problemas derivados de la zona que le preocupaban (entre ellos, la gran presencia de mosquitos, que provocaba el incumplimiento de varias normativas sanitarias para el futuro centro educativo). El proyecto de urbanización, impulsado por grande inversores con intereses inmobiliarios y financieros en la zona, finalmente recayó en el estudio del arquitecto madrileño Julio Cano Lasso, y comenzó a construirse en 1968.
«(…) hace menos de 150 años, allá por 1871, la pedanía de El Saler contaba tan solo con 70 habitantes. Más o menos, como una comunidad de vecinos de cualquier edificio mediano de hoy en día (…)»
El complejo fue muy criticado por varios sectores de la población. Incluso el diario Las Provincias y su dirección en aquél momento se convirtieron en el altavoz crítico de una actuación que provocaría cambios irreversibles en un ecosistema único, llegando a reunirse 15.750 firmas oponiéndose a la urbanización y planteando la reversión al estado original (ya muy dañado) del cordón de dunas y la recuperación de la biodiversidad perdida en una urbanización estrangulada por una carretera que cruza este Parque Natural. Actualmente, quedan algunas torres de entre 9 y 11 plantas, el hotel parador con campo de golf, el hotel Sidi, una bañera de hormigón a modo de puerto de esta pedanía y la autopista cruzando este paraje de gran valor ecológico europeo y mundial. La urbanización desmedida en la zona de la Devesa de El Saler y la Gola del Pujol trajo además, problemas relacionados con el poblamiento exagerado de un lugar que nunca debía haber sido habitado: la conexión con Valencia y otros núcleos urbanos, el abastecimiento de agua y la limpieza de residuos, el espacio público destinado a los vecinos y su nulo mantenimiento, la espesa vegetación que crece sin control engullendo los edificios…
En este artículo hemos tratado el contexto histórico y hemos sentado las bases del próximo artículo, en el que trataremos las problemáticas actuales de El Saler y el Parque Natural de la Albufera desde el punto de vista del mercado inmobiliario, los vecinos y cómo se vive en este lugar. ¿Contamos contigo para leer el siguiente artículo en nuestra Revista?
Siempre me pareció el intento fallido de hacer una «Manga del mar menor» en Valencia. En la región de Murcia tenemos un claro ejemplo de lo que podría (por desgracia) haber sido.
Genial artículo. Espero ver la 2° parte!
¡Hubiese sido una desgracia absoluta! Ya ha provocado muchos problemas medioambientales, y cambios irreversibles en las dunas y el paisaje. Veremos en qué queda la situación de cara a los próximos años.
Muchas gracias por tu comentario, Frank 😀 Un saludo
Una de tantes i tantes i tantes aberracions urbanistiques que es van fer, es va aturar j tard quan el mal ja estava fet i no va ser per el govern feiista de ales h0res. QUE se´n vagen tots de ahí.